Holaaa!!!!!!!
Que tal de veranito?
Yo genial y espero que vosotros igual.
Quería dedicar esta entrada al final de los mejores momentos. Aunque
en realidad no es tan trágico como parece, ya que cuando se acaba un momento
bueno, a continuación viene otro mejor.
La voy a escribir en base a un tramo de mi diario más personal. Y espero
que os guste, porque para mi ha sido un momento muy importante y que para bien
o para mal ha dejado marca en mi vida...
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>> Era el último día y todos éramos conscientes de ello aunque casi
ninguno estuviese de acuerdo. Queríamos más días, segundos y minutos,
necesitábamos más momentos para estar con aquellas personas que se habían
ganado una parte tan grande de nuestro corazón en aquellos días contados.
Sabíamos que debíamos aguantar la sonrisa y mantenernos fuertes.
Pero en aquella situación era muy difícil ya que no nos volveríamos a ver
hasta dentro de mucho, muchísimo tiempo. El suficiente como para que le
tuviésemos miedo al olvido y a que fuésemos olvidados.
Mi cabeza pensaba que era una gran estupidez estar triste y yo sabía el
porqué:
Dentro de mucho, si, pero nos volveríamos a ver tarde o temprano y además
teníamos en nuestra ciudad un montón de personas que nos iban a cuidar y a
querer.
Ahora, mi corazón insistía, en que cada persona es única e inigualable, y
que, aunque tuviésemos muchos amigos allá donde fuésemos, no sería lo mismo.
Fue pasando la mañana mientras nos íbamos haciendo dedicatorias
en las camisetas, procurando crear un buen recuerdo de nosotros en nuestros
compañeros. A mediodía todos sabíamos que sería nuestra última comida juntos
(aunque esto suene a la Biblia, es la verdad) y todos queríamos sentarnos con
las que habían sido las personas más especiales.
Yo tenía una persona más especial aun a la que echar de menos, y ese era un
chico, un chico que había conseguido enamorarme en tan solo unos días, un chico
al que no olvidaría jamás por más que lo intentara. Y solo tenía unas horas
para acercarme lo más que pudiera a él (no en el sentido literal claro).
Sabía también que no conseguiría mucho.
Pero en fin, había que intentarlo.
Al terminar de comer, medio mar rodaba por nuestras mejillas, ya que no
habíamos sido capaces de retener las lágrimas que se deslizaban silenciosamente
por nuestra cara. Solo teníamos un pensamiento en mente, y era despedirnos de
todos y cada uno de los que en nuestra pequeña eternidad que se había acabado
demasiado pronto, habían sido nuestros mejores amigos.
Y como todo principio nace para tener un final, el nuestro fue aquel tan
triste pero a la vez precioso y especial que cada uno ha convertido a su manera
en un recuerdo infinito que durará…
POR SIEMPRE Y PARA SIEMPRE. >>
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